Encuentro Ayacucho 2018
Se celebraba el XIII Encuentro de Teatro de Grupo Ayacucho, Perú. Un encuentro nutrido que hizo de los días un sin tiempo hasta estar reunidos la mayoría de asistentes en la terminal de Lima, mirándonos las caras y reconociendo un hasta luego lleno de probabilidades. El tiempo, ése inverosímil forma de medida que en un momento parece eterna y en otro parece corta, dejó del encuentro, experiencias y saberes; y lo más importante, una conmemoración al teatro y a la labor teatral.

Cada 10 años en la ciudad de Ayacucho se reúnen los maestros que desde un comienzo lo han acompañado y que ahora parecen ser mujeres y hombres con saberes, que se ven nuevamente para adelantar su cuaderno, compartir sus nuevas vivencias y recordarnos la constancia de sus prácticas en cuerpos que se fortalecen con los años. A estos maestros les vamos acompañando las nuevas generaciones, que concluyen en una gama de edades y procesos, siendo todos un conjunto que permite de las discusiones un espacio enriquecedor, contradictorio y siempre en permanente discusión, en pro de nutrir el arte teatral.
Se conmemora el teatro, porque vernos entre iguales, hace que seamos un espejo lleno de respuestas que con cada detalle se nutre; y luego, el proceso, los grupos, parecen ser cada uno una cajita de sorpresas que, desde la envoltura, hasta lo que sustenta su existencia, está llena de humanidad con realidades sociales, políticas, ambientales; decantadas en la poética de la voz y los cuerpos. En el Encuentro Ayacucho no solamente asistimos personas, además asistimos países, naciones, historias, realidades, que nos ilustran a nosotros y al público asistente.
Durante las tardes tuvimos largas jornadas, en las que pudimos disfrutar las puestas en escena de todos los participantes, entre muestras, teatro de calle y obras de sala. Detrás de todo un argumento técnico y estético, los asistentes del encuentro responden preguntas de este complejo arte, aunque puede que ocurran más cuestionamientos. Cabe anotar, además, que el teatro, más que cualquier otro arte, tiene la responsabilidad social de dilucidar realidades sociales, permeadas por percepciones personales y entendidas en un proceso fantástico (entiéndase el proceso de llevar el texto al cuerpo), decantado en la puesta en escena. Siendo el momento de la verdad el contacto entre Acción y Público, aquél lenguaje que necesariamente sólo puede entenderse y leerse al momento de estar presentes en la puesta en escena. Fuimos más de 16 países, con diferentes grupos de teatro provenientes de los mismos y como respuesta, una masiva asistencia por parte de la comunidad Ayacuchana, sin dejar atrás los investigadores y críticos teatrales que acompañan dicho evento y quiénes generan con su presencia una importante sustentación a los aportes del encuentro.
En las mañanas disfrutamos de conversatorios, charlas magistrales y talleres majestuosos. Entre tanto una pregunta suscitó en los asistentes diversas interpretaciones: ¿Qué es teatro de grupo?
Los productos artísticos realizados por humanos para humanos, son solamente la punta del Iceberg. Lo que sostiene éste gran fenómeno natural es la labor teatral, ése gran tejido de araña que calladamente se construye, con ritmo y paciencia, encontrando en el hilar relaciones interpersonales que, en una escala menor, como el reflejo de la sociedad en la que vivimos, propone, con o sin saber, un nuevo tipo de sociedad donde cada pieza es un todo, que piensa, propone y actúa. Eso, que en el presente escrito hemos llamado Labor Teatral, es quizá el aporte más importante de lo que puede significar hacer teatro de grupo. La convivencia es uno de los mayores aportes al proceso creativo y al ensamble de los productos artísticos, por ello su eminente estado de alerta y dificultad de subsistencia en un sin-tiempo actual, donde las dinámicas humanas están llenas de inmediatez, comercio y pragmatismo.
A veces me pregunto: ¿por qué lo que más nos acerca a ser humanos, que es el ejercicio de convivencia, es lo que se ve más suprimido de la realidad actual? En el Encuentro Ayacucho se rescató la importancia de la palabra, se propiciaron círculos de discusión, de temas teatrales, pero, además, de temas eminentemente propios de nuestra existencia; se vivió con fuerza el círculo de mujeres, de quiénes vale la pena resaltar el papel protagónico que las mismas tuvieron no sólo en presencia actoral, además en los procesos creativos y en las propuestas teatrales de vanguardia de la actualidad.
Realizar teatro es encontrarse con las realidades estéticas y sociales, en la creación, Vs el modelo económico, en la producción artística; en términos metafóricos es una balanza con lados equidistantes, si la administración pública dignifica y reconoce las potencialidades de la labor teatral. En éste aspecto, en un acto simbólico, el Encuentro Ayacucho logró sensibilizar a la administración de la municipalidad quiénes no solamente fueron un gran apoyo para la realización del mismo, sino además justo al mes de haberse cumplido la clausura del evento, se declaró el municipio de Ayacucho un territorio ejemplar para la cultura peruana, posesionando la ciudad con un reconocimiento a los procesos artísticos y culturales para quienes habitan tan bello lugar.
Un verdadero Encuentro, que sólo pudo ser posible gracias al profundo amor de quienes lo organizaron, por ello un abrazo enorme a Shirley Paucura y a Bruno Ortiz. También por agradecer a todos los asistentes que desde la enorme pasión por éste arte, se logró converger en éste espacio y así seguir el tejido, seguir haciendo teatro.